BYRON, UNA HISTORIA DE CARTERA

Mayte Carpio
3 min readMay 13, 2021

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Increíble cómo pesa un corazón triste, lo rápido que puede teñirte de gris, de pies a cabeza.

Te envuelve, te apachurra el alma y te tiende en una posición fetal tan diferente a la del comienzo. Te empuja a una especie de abismo y te hace preguntar si estás en el lugar correcto, si es la realidad, si acaso existen respuestas.

Era Febrero cuando lo conocí, solo bastó una simple mirada para que quedara completamente enamorada de él, era tan inteligente, tan bello y tan pequeño, que sin duda alguna entraría en mi bolsillo. Fue increíble cómo casi desde el mismo instante en que lo vi, comencé a amarlo.

Para mí habían sido días completamente difíciles, días grises en los que me sentía fundida en una sombría soledad. Pero él, como un pequeño rayito de sol, me había mostrado la salida.

Cuando llegó a casa, mi padre no estaba de acuerdo con que se quedara. Solo cuando me puse a llorar, me dijo que hiciera lo que quisiera. Entonces se quedó conmigo.

No miento cuando digo que lo quise, y aún lo quiero con toda mi alma. Él era tan pequeño, que las primeras noches fueron difíciles. Tenía una pequeña caja de cartón improvisada, y como era apenas un bebé se perdía y no podía volver, por lo que dormía junto a mí. Yo procuraba no dormir porque tenía el gran temor de ahogarlo. Él era tan pequeño, que varias noches se perdió entre mis sábanas.

“Byron” así lo llamamos, un nombre que me acompañaría los próximos casi seis años, un nombre que, sin pensarlo, me iluminaría por completo el rostro y las sonrisas.

Algunos días pasaron desde su llegada, y debía regresar a la universidad. Pero, ¿Cómo le explicas a un pequeño que debes dejarlo solo en casa? Así que lo llevaba conmigo, en mi mochila. Aún puedo recordar las charlas que tenía con él, esas charlas que me hacían sentir menos sola; aún recuerdo lo único que me importaba entonces, sólo él. Para mí no existía el frío, el hambre, el sueño o la sed; mientras pudiese mantenerlo cálido, alimentado, descansado y saciado de agua.

Él era tan pequeño e indefenso, que las primeras veces que me acompañaba caminando, lloraba porque sentía el fuerte calor del piso en sus patitas, o porque no podía bajar una pequeña vereda. Recuerdo una vez que bajando la vereda, se lastimó y empezó a llorar tanto, que yo lloré con él sentada en el pavimento. Pero el calmó su llanto cuando olfateó el yogurt que llevaba en la mochila. Estuvo muy mal que le diera un poco, pero en ese entonces, fue lo único que le calmó el llanto. Lo amaba muchísimo.

Cuando entraba a las clases de macroeconomía, no había persona que se resistiera a amarlo también. Todos se acercaban a tomarle fotos por su diminuto tamaño, lo querían abrazar e incluso se turnaban en cuidarlo en horas de clase. Hasta el ingeniero le llamaba de cariño “Pancho” o “BCR”. Byron sin duda alguna fue la alegría de esas frígidas tardes.

Pero no todo fue perfecto en Byron, porque a su tierna edad gustaba comer de todo, incluso aquellos papeles que se encontraban tirados en el piso, por lo que tuve que empeñarme arduamente en enseñarle la diferencia entre lo que era comida y lo que no. Lo conseguí. Pero seguía teniendo una debilidad por la comida, comía sin reflexionarlo demasiado, comía porque sí. Hasta tener la pancita casi tan llena que parecía explotar, por lo que tuve que replantearme el reto de enseñarle hasta donde comer. Lo volví a conseguir.

Dentro de esas anécdotas encuentro una divertida. Era un día de parrillada en un partido de fútbol de mi fraternidad. Yo solía ser una persona solitaria, y distante de las demás, por lo que éramos solo Byron y yo. Y solamente me importaba mi pequeño Byron, y no existía nada más, Byron, su pancita llena de agua y descompuesta, y yo.

Byron, gracias por darme tanto amor, haberme salvado, haberme enseñado lo que significa un amor incondicional, te amo mi pequeñin.

Un beso al cielo, ya nos vemos pronto…

Byron de todo, fue mi alegría, mi esperanza y mi luz.

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Written by Mayte Carpio

Hola, bienvenidx a mi pagina. ¿Quién soy? Pues probablemente una soñadora más en el mundo, músico, escritora y bachiller en ingeniería económica.

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